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Los Juguetes de la Infancia.

por Haroldo Ruquet 2009 - para la revista "LaManuelaMolina"



A lo mejor se hace difícil para un pibe, hoy, imaginar un mundo sin pantallas ni teclas, dónde la diversión ya viene precocida, y solo hay que sentarse frente a la computadora, o a la Play Station, y allí ocupar el rol deseado. Pero no es mi intención sembrar antinomias o disyuntivas, todas un tanto incomprobables. Pero me doy cuenta que nosotros éramos felices con muy pocas cosas, y que tal vez hoy ante la abundancia de propuestas y objetos al alcance, les cuesta a los chicos imaginar o procurar cosas diferentes, ganados por la pereza o la abulia hipnótica de apretar botoncitos en forma mas o menos veloz. Y están muy lejos de emprender con juguetes caseros y artesanales. Cuándo niño viví la revolución que causó el material plástico, en lo que respecta a los juguetes.

Antes eran de lata, madera o plomo. ( "La gente de un siglo que inventó el plástico…es capaz de cualquier otra atrocidad" me repetía siempre, exagerando un cura amigo. Andrés dixit ). Pero arranco a partir de aquellos primeros autitos de material "irrompible", venían fabricados en colores metalizados: verde, bordó, celeste o plateado directamente.

Valiant I
Valiant I (ilustración del autor)
Y solo había para optar dos modelos: el Valiant I, y el Peugeot 403. Que a nuestros ojos lucían maravillosos, y que adquiríamos con el propósito, no de coleccionarlos, sino de darles un fin utilitario a "nuestros propósitos". ¡"Prepararlos para correr"…claro !. Hubo un comercio llamado "El Mundo Plástico", del señor Chiche García - que no se había inspirado en la canción de Rubén Blades - que tuvo el ingenio de vender los autitos con "las inscripciones en su carrocería", tal cómo las que llevaban los legendarios T.C. Bueno, yo me compré un Valiant plateado, al que procedí a "operar de inmediato", se le abría con una gillette o un cortante el baúl, o el capot, y el primer paso era llenarlo de masilla, o tuercas, o con ambas cosas, otros conseguían plomo que derretían y lo mandaban en lingotes hacia el interior. Para darle peso al vehículo que era súper liviano, claro. Otro aspecto importante para evitar los vuelcos era cambiar el eje delantero, por un largo eje de alambre, al que las rueditas originales, se las reemplazábamos por las tapitas de los líquidos de la inyecciones, que eran de goma, y se le ponían tres o cuatro de cada lado.

Luego se cerraba la abertura con cinta. Un paso mas exquisito de "la ingeniería", consistía en que el eje pasase por un tubo de bronce, de una lapicera birome ya seca, así el relleno no trababa el libre circular del eje de "la máquina de competición". Imagínense el rato ocupados que nos llevaba preparar nuestro auto. Además de otros detalles, tales como un vistoso "parabichos" como los que llevaban sobre el capot, la Coloradita de Bordeu, o La Negrita de Rubén Roux. ( En realidad todos los T.C. los habían adoptado ). Y nosotros copiábamos esa moda. Y luego venían las carreras propiamente dichas !.
Peugeot 403

Peugeot 403 (ilustración del autor)
Cada pibe del barrio tenía su autito, entonces organizábamos las competencias. Generalmente las veredas por esos años eran muy amplias, y con gran parte de tierra regada. Arrancaba desde una esquina y cada competidor iba impulsando por turnos el suyo. El que llegaba mas lejos volvía a empujarlo primero, y luego los que seguían atrás.

Y así sucesivamente. Cada bólido medía mas o menos 13 cm. por 6 cm. Y si bien había que hacerlo rodar con fuerza, debíamos evitar que volcase, pues, en ese caso el competidor volvía al punto desde donde lo había lanzado. A su vez, se salían las rueditas o se les salía el relleno, así que había… que "trabajar rápido", para no detener demasiado la competencia. Los grandes premios se hacían dando toda la vuelta a la manzana, y a veces poníamos una monedita cada uno, y entre todos comprábamos un autito "0 km." Como premio para el ganador, que obviamente era el que llegaba primero a la meta, generalmente la esquina de la otra cuadra.

Las veredas de "La Blanqueada", la nuestra era la de calle Gral. Urquiza, las del monte de Marabello, amplias y con la sombra de los inmensos plátanos, era el escenario ideal para desarrollar ese juego. Pero, claro, había mucho más!.

Las figuritas constituían otro singular atractivo! Un día cualquiera, a la entrada o a la salida de la escuela, aparecía un "auto misterioso" donde venían aquellos preciados paquetes y álbumes que regalaban, otras veces se las entregaban a las maestras para que ellas las distribuyeran de manera mas equitativa. Y a partir de allí, nos arrancaba de inmediato, el entusiasmo por esa nueva colección de figuritas!. Nunca podré olvidarme la alegría que me producía el contacto con aquellos paquetitos y su fragancia, a tinta y a nuevo que tenían. La marca mas conocida era "Starosta", aunque había muchas mas, "Crack", "Ídolos", etc. Generalmente el tema era futbolístico. Estaban las redondas, y también las rectangulares o "estampitas". El ingenio de los fabricantes era notable, siempre nos sorprendían con alguna novedad. Hacían otras con las siluetas de los jugadores, con su contorno troquelado y muy grandes. Recuerdo las de Roma, Marzolini, Amadeo Carrizo con su gorra…además de algunos corredores de T.C. y algunos autos. Y muchísimos otros !.

La caja ! Lo que era una caja llena de paquetes ! Qué ilusión nos generaba ! Había pibes mas pudientes a los que les compraban una caja entera. Pero los que no teníamos esa suerte no los envidiábamos para nada, era simplemente "uno que tenía mas figuritas… y tenía mas para cambiarnos !!. Algunas colecciones traían las siluetas de cada jugador , que se armaban y nos permitía inventar una suerte de metegol casero sobre la mesa, con un botoncito haciendo las veces de pelota. A las figuritas las íbamos pegando en el álbum, con engrudo, luego con Plasticola, y el premio para el que lo llenaba era una pelota ¡ de cuero !. Claro que, con el correr del tiempo sabíamos que había una o varias "figuritas difíciles", que eran prácticamente imposibles de conseguir. Recuerdo siempre una vez que, solo me faltaba Restivo, un jugador de Gimnasia. Esa vez, al comprar un paquete vi una figurita redonda, que no tenía la cara de ningún jugador, y tenía una leyenda que decía: "VALE POR UNA PELOTA DE CUERO N° 5. Canjearla en el distribuidor". UH!!! Que tremenda alegría. Fue uno de los momentos mas recordados de la infancia, ese impensado golpe de buena suerte!.

Los pilones de figuritas repetidas las cambiábamos, con otros chicos, pero nuestro instinto lúdico, o la ambición de tener mas… no sé, nos llevaba a jugarlas: Existían dos juegos más populares: "El Espejito" y "El arrime-tapada" ( también conocido como "La remitapada" ). El Espejito consistía en : apoyar una o varias figuritas redondas "paradas" contra la pared, y por turnos íbamos tirándoles con otra redonda intentando derribar el espejito, el que lo lograba se llevaba todas las que habían sido arrojadas con resultado fallido. La técnica consistía en sostenerla con el índice que hacía de tope, y se la golpeaba con el pulgar de la misma mano. Los mas inexpertos sostenían la figurita con una mano, y la impulsaban con el mayor de la otra. El "Arrime-Tapada" era mas sencillo y no contaba tanto la habilidad sino la suerte. Se apoyaba la figurita contra la pared, y se la soltaba al suelo, y cuando tapaba a alguna otra, de las que ya estaban en el suelo, ganaba, llevándose como premio todas las que habían sido arrojadas sin éxito. A veces se originaban discusiones, pues era duro perder unas cuántas figuritas, pero claro, normalmente ahí nomás a continuación había revancha.

Algún fabricante ingenioso, pensó en las niñas, e inventó las figuritas "con brillito", que eran motivos mas románticos, rociadas con "brillantinas" y otras tenían una felpita. Y eran en la onda princesitas, animalitos, flores u otros personajes conocidos por las chicas: "Caperucita Roja" o "Blancanieves". Las formas también eran distintas, pues todas venían con troqueles diferentes para cada motivo.

En nosotros, y viéndolo a la distancia, daba una suerte de gimnasia para la búsqueda, la curiosidad, destreza manual, y la inquietud para conseguir aquello que no teníamos, sin la necesidad de tener que comprarlo. Claro, que no había tiempo para aburrirse, pues además "había" que jugar a la pelota, o armarse de ramas para salir a "cazar mariposas" que por miles circulaban por las calles regadas de la infancia, ( nosotros las habremos extinguido ?). Pero había mas !

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